Cuando conduces un vehículo de un lugar a otro, eres consciente de tu punto de partida y del de destino. Entiendes que no puedes llegar allí al instante; que debes recorrer esa distancia y que, al cabo de un tiempo, llegarás. Y por más que estés impaciente por llegar, y quizá cansado del viaje, no te desanimas hasta el punto de dar media vuelta a mitad del trayecto y regresar al punto de partida. No avanzas y retrocedes constantemente, ni confiesas tu incapacidad de llevar a cabo el viaje. Aceptas la distancia que media y sigues avanzando hacia tu destino. Entiendes lo que debes hacer.
«Si estoy en Phoenix, Arizona, y deseo ir a San Diego, California, ¿cómo puedo llegar?» La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: Independientemente del medio de transporte que elijas —en avión, en coche o incluso a pie—, si tomas la dirección de San Diego y sigues avanzando en ese sentido, antes o después llegarás a San Diego.
Si te diriges hacia San Diego, pero pierdes el sentido de la orientación y regresas a Phoenix, luego das media vuelta y te diriges de nuevo a San Diego, pero vuelves a confundirte y emprendes otra vez el camino de San Diego... podrías pasar el resto de tu vida yendo de un lado para otro sin llegar nunca a San Diego. Pero puesto que conoces la dirección, y con ayuda de las señales de tráfico y otros viajeros, no es lógico que permanezcas perdido para siempre en el desierto de Arizona, incapaz de llegar a San Diego. Si deseas realizar ese viaje seguramente hallarás el medio de conseguirlo.
El trayecto entre el punto en el que te hallas, en cualquier aspecto de tu vida, y el punto que deseas alcanzar es tan fácil de llevar a cabo como el trayecto de Phoenix a San Diego, siempre y cuando aprendas a discernir en qué punto del trayecto te hallas, te enfoques, seas persistente y no te distraigas.
Con frecuencia dejas que los demás influyan en ti y te manipulen, estás bombardeado por leyes, normas y expectativas que te son impuestas por otros, y casi todo el mundo parece tener una opinión sobre cómo deberías de comportarte. Pero es imposible que sigas por el camino indicado entre donde te encuentras y adonde te diriges si utilizas esas influencias ajenas para guiarte.
Si utilizas otras influencias como guía, te perderás y errarás el camino, porque otros no saben, como sabes tú, la distancia que media entre donde estás y donde deseas estar. Sólo si prestas atención a cómo te sientes podrás guiarte por el buen camino y alcanzar tus metas.
Lo que hace que parezca más difícil pasar de la insolvencia económica a la riqueza, o de la ausencia de una relación sentimental a la relación perfecta y satisfactoria, es que no te diste cuenta de cuándo te volviste y tomaste la dirección opuesta.
¿Por qué te pierdes?
¿Qué te detiene?
¿Qué esperas?
Ahí está el camino, la decisión es tuya.
*Extractos del libro "Pide y se te dará" de Esther y Jerry Hicks.
